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INTRODUCCIÓN HISTÓRICA

CONTEXTO INTERNACIONAL

Como en tantas otras áreas en las que los egipcios fueron pioneros, la primer huelga de trabajadores de la cual existe registro tuvo lugar en Egipto el 14 de noviembre de 1152 antes de Cristo durante el reinado del Faraón Ramsés III, cuando sesenta artesanos se negaron a realizar su trabajo en el Valle de los Reyes. Eran picapedreros, carpinteros y dibujantes que, guiados por el escriba Paturere y dos contramaestres, reclamaron el salario alimenticio que no habían recibido durante el último mes. Sentados ante la puerta del templo, clamaron: “Tenemos hambre y sed”. Tras tres días de huelga, por fin recibieron del visir 50 sacos de trigo).

Independientemente de este dato, y aunque los orígenes de la huelga se remontan a la Revolución Francesa de 1789, su pleno desarrollo se produce con la Revolución Industrial y la generalización del trabajo asalariado a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX.

Se inicia en Inglaterra, como consecuencia de la falta de derechos de los trabajadores en las fábricas; jornadas de trabajo de más de doce horas en instalaciones insalubres, bajo una estricta disciplina, sin ningún tipo de cobertura ante enfermedades, accidentes, despidos o jubilaciones, con salarios muy bajos, en donde trabajaban además niños con salarios muchísimo más bajos.

Las primeras manifestaciones del movimiento obrero se plasmaron en el ludismo (1810), conocido como el movimiento de los rompedores de máquinas, a las cuales se las responsabilizaba de la pérdida de la capacidad adquisitiva del pequeño artesano. El nombre viene del líder del movimiento, Ned Ludd, que fue el primero en romper un telar como protesta. A pesar de todo, sin una base ideológica definida, su alcance era claramente limitado debido a que se dirigía a las máquinas en lugar de atacar las verdaderas causas de su situación, por lo cual empezó a desaparecer a medida que la protesta se fue desplazando de ir contra las máquinas para dirigirse contra sus propietarios, forjándose de esta manera los primeros sindicatos obreros.

La reacción del gobierno inglés fue prohibir cualquier tipo de asociación obrera a través de las Combination Acts, leyes que prohibían las organizaciones obreras.

En los años 1830 aparecen las primeras organizaciones obreras agrupando a los trabajadores según su oficio. En Inglaterra tomaron el nombre de trade-unions (literalmente 'uniones de oficios') o simplemente unions.

En sus orígenes, el sindicalismo británico optó por las reivindicaciones económicas, sin adherirse a ideales políticos revolucionarios. Pero entre los años 1838 y 1848, el movimiento obrero británico pasó a la acción política utilizando el cartismo, movimiento que trató de presionar al parlamento mediante la recogida de firmas en apoyo a determinadas cartas donde se reivindicaban ciertos derechos. La primera de ellas la "Carta del Pueblo" (The People's Charter) fue enviada al Parlamento Británico en 1838, señalando las 6 peticiones del movimiento:
1.       Sufragio universal (a los hombres mayores de 21 años, cuerdos y sin antecedentes penales).
2.       Voto secreto
3.       Sueldo anual para los diputados que posibilitase a los trabajadores el ejercicio de la política.
4.       Reunión anual del parlamento, que aunque pudiera generar inestabilidad, evitaría el soborno.
5.       La participación de los obreros en el Parlamento mediante la abolición del requisito de propiedad para asistir al mismo.
6.       Establecimiento de circunscripciones iguales, que aseguren la misma representación al mismo número de votantes.
El cartismo organizó huelgas, pero el movimiento fracasó a causa de la represión, de las divisiones internas y la derrota de la revolución de 1848 en Europa.

Todavía en el siglo XIX, pero un poco más tarde aparece el socialismo contemporáneo, que se caracterizó por una crítica radical al sistema capitalista, al que se consideraba social y económicamente injusto; por la defensa de un modelo de sociedad en el que la propiedad de los medios de producción fuese colectiva; y, sobre todo, por la identificación de la clase obrera como protagonistas de los cambios. El 28 de septiembre de 1864 se fundó la Asociación Internacional de Trabajadores, la Primera Internacional. Londres fue la sede en la que se reunieron sindicalistas anglo-franceses y representantes de otros países como Bélgica o Alemania. Karl Marx se encargó de redactar el Manifiesto inaugural y dirigió la redacción del proyecto de estatutos que son aprobados en el Congreso de Ginebra de 1866. Los trabajadores exigían un salario justo, el derecho a la huelga, jornadas de ocho horas, etc.

La ciudad estadounidense de Chicago también se ha convertido en un punto decisivo en la historia del movimiento obrero. De allí viene nuestra conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores, el 1 de mayo. El referente histórico que originó este recuerdo nos traslada al Chicago de 1886, donde se produjo una manifestación pacífica, conocida como la revuelta de Haymarket, que tuvo lugar en Haymarket Square el 4 de mayo de 1886 y que fue el punto álgido de una serie de protestas que desde el 1 de mayo se habían producido en respaldo a los obreros en huelga, para reivindicar la jornada laboral de ocho horas. Durante una manifestación pacífica una persona desconocida lanzó una bomba a la policía que intentaba disolver el acto de forma violenta. Esto desembocó en un juicio (años después calificado de ilegítimo y deliberadamente malintencionado) hacia ocho trabajadores anarquistas, donde cinco de ellos fueron condenados a muerte (uno de ellos se suicidó antes de ser ejecutado) y tres fueron recluidos. Los trabajadores implicados fueron conocidos como los “Mártires de Chicago”. Posteriormente este hecho dio lugar a la conmemoración del 1 de mayo, originalmente por parte del movimiento obrero, y actualmente considerado en la mayoría de los países democráticos (exceptuando los Estados Unidos, el Reino Unido y el Principado de Andorra) el Día Internacional de los Trabajadores.   

CONTEXTO NACIONAL

Una de las primeras huelgas que se producen en España es la de la Real Fábrica de Paños de Brihuega, en Guadalajara, en 1730. Pero es a raíz de la formación y desarrollo del movimiento obrero, tras la revolución septembrina de 1868, cuando la huelga general se establece como herramienta de lucha de la clase obrera, para paralizar la economía de esta manera y hacer frente a Patronal y Gobierno con sus exigencias. Los movimientos campesinos de finales del siglo XIX en Andalucía tienen mucho ya de movilización popular. El desarrollo que tuvo entre 1870 y 1874 la Federación de la Región Española, así como entre 1880 y 1888 la Federación de Trabajadores de la Región Española, es buena muestra del avance del movimiento obrero. A inicios del siglo XX, Francisco Ferrer y Guardia publica en Barcelona un periódico con una cabecera muy sugerente, La Huelga General.

Entre 1902 y 1903 se producen numerosas huelgas para la mejora de la clase obrera (varias en el campo zamorano por ejemplo). Esto lleva a que en 1904 en el Gobierno de Azcárraga apruebe la Ley del Descanso Dominical, uno de los primeros avances en materia laboral gracias a la presión huelguística.

La situación de los trabajadores obligados a ir a la guerra de Marruecos provocó una reacción en las organizaciones sindicales y anarquistas. Así, en 1909 y coincidiendo con el embarco de tropas a Marruecos tras el desastre del Barranco del Lobo, se convoca una huelga general en contra de la guerra y por la mejora de las condiciones obreras. Es la Semana Trágica de Barcelona, que termina con una fuerte represión y con cinco fusilamientos, entre ellos el del pedagogo libertario Ferrer.

En 1910 nace la CNT y un año después es protagonista de la huelga general que se convoca, lo que supone su ilegalización en 1911. En Barcelona se produce la llamada huelga de La Constancia, en 1913, que está encabezada por mujeres.

La huelga general revolucionaria de agosto de 1917 vino de la mano de un pacto tácito entre CNT y UGT. La represión por parte del Gobierno fue brutal y el Comité de Huelga acabó en pleno en la cárcel. En 1918 se produce la huelga de La Canadiense, empresa barcelonesa de electricidad. Esta huelga provoca una negociación con Gobernación que lleva a la aprobación de la jornada de ocho horas de trabajo, una reivindicación histórica del movimiento obrero español, que consigue por fin la CNT.

Indicar que a diferencia de ahora, las huelgas se convocaban siempre con carácter indefinido hasta conseguir sus objetivos. Esto hacía de las huelgas un instrumento de lucha poderoso y temidos por las clases dirigentes. Los obreros que no las secundaban eran insultados como esquiroles, los cuales eran muy mal vistos por sus compañeros y familiares, la conciencia colectiva empujaba a secundar las huelgas, que eran en beneficio de todos los obreros, y por lo cual todos debían sumarse y luchar.

La dictadura de Primo de Rivera pone fuera de la legalidad a las organizaciones revolucionarias, por lo que la lucha se desarrolla en otros campos. Al proclamarse la República en 1931 y coger el Ministerio del Trabajo el ugetista Francisco Largo Caballero, hay una parte de las reivindicaciones obreras que son concedidas. Pero no todas. Ya en mayo de 1931 el Sindicato Único Telefónico de la CNT proclama una huelga general. Y tanto ugetistas como cenetistas, al no ver cumplidas las expectativas laborales con la República, protagonizan varios movimientos huelguísticos entre 1931 y 1933. También se hacen huelgas de alquileres de viviendas, en las cuales las familias obreras dejan de pagar a los caseros. Al producirse la victoria de la derecha en noviembre de 1933, la CNT declara una huelga general revolucionaria para diciembre de ese año, que fracasa. Durante 1934 la estrategia de acción directa consigue algunas victorias laborales, como en la huelga de camareros en Madrid. Pero el mayor movimiento revolucionario se produce en octubre de 1934, cuando ya es un hecho que el avance de la derecha amenaza las libertades y los derechos conquistados. La huelga triunfa tan sólo en Asturias, donde un pacto de socialistas, anarquistas y comunistas lleva incluso a la proclamación de la República Socialista y del comunismo libertario en numerosas zonas. La represión fue cruel.

En Sevilla en el año 1936, tras intensas luchas, el sindicato de la construcción de CNT firma un convenio para el sector provincial que rebaja la jornada laboral a 36 horas semanales (un derecho algo impensable a día de hoy).

Queda recordar la importantísima huelga de la construcción que se declara en la primavera de 1936, con un gran comité de huelga entre la CNT y la UGT en Madrid, que lleva a la cárcel a militantes de primera línea como el cenetista Cipriano Mera. Con el inicio de la Guerra Civil, la batalla se traslada a otro campo y la victoria de las fuerzas golpistas contra la República lleva al movimiento obrero a una larga noche de represión y de crimen.

Desde entonces hasta hoy en día han sido innumerables las huelgas de todo tipo que se han producido para la consecución de diversos objetivos.

A continuación analizaremos los tipos de huelga, requisitos para la convocatoria de la misma, y los efectos laborales, sociales y económicos que producen tanto al trabajador como a los empresarios.